El 2 de diciembre pasado se celebró en Venezuela un referéndum constitucional mediante el cual el Presidente Hugo Chávez, se proponía profundizar la vía al socialismo y habilitar su posible reelección en 2012. Chávez y los bolivarianos fueron derrotados en las urnas. En Miami y Washington hubo festejos.
Entre los que festejaron los resultados del 2-D, se encuentran demócratas, republicanos y los servicios de inteligencia de Estados Unidos, para ellos la destrucción de la revolución bolivariana es uno de sus objetivos principales (detallaremos luego).
En este contexto se produjo pocos días después (10 de diciembre), la asunción de Cristina Fernández en Buenos Aires. Durante su campaña, Cristina se preocupó por mostrarse bien cerca de las estructuras del poder tradicional.
La entonces candidata presidencial, no evidenció ningún gesto de acercamiento fuerte con Chávez (incluso viajó especialmente a Caracas para reunirse con representantes de la comunidad judía venezolana, para quienes Chávez no es una figura menos diabólica que el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad u Osama Bin Laden).
En 2007, quienes mueven las fichas del tablero de ajedrez global, habían logrado un avance importante al montar una exitosa campaña de desinformación y desprestigio internacional contra el presidente venezolano y su propuesta de reforma.
En este marco, la semana de asunción de la nueva presidenta argentina –se insiste, con un Chávez golpeado- se aparecía como una excelente oportunidad para perfeccionar el cerco sobre el líder bolivariano, de cara a un jaque mate tan anhelado.
Para esto hacía falta mover una pieza en el tablero, la pieza designada fue el peón Guido Antonini Wilson, un venezolano estadounidense que fue detenido en Buenos Aires por no declarar una valija con 800 mil dólares, que presuntamente serían utilizados para financiar la campaña de Cristina Fernández.
Como por arte de magia Antonini terminó en Miami colaborando con la justicia estadounidense en el armado de una causa, que durante la semana de asunción de la esposa de Néstor Kirchner, parecía perfecta para lanzar la operación que acabaría con la alianza que durante 4 años habían tejido los gobiernos de Argentina y Venezuela.
Sin embargo algo no funcionó, los ultraconservadores se apresuraron, se confiaron demasiado, y montaron una operación demasiado obscena.
A continuación se harán públicos una serie de hechos que demuestran de manera incontestable las siguientes afirmaciones.
1- Que el gobierno estadounidense designó a un grupo de agentes de inteligencia con la declarada misión de operar acciones de inteligencia con el propósito último de destruir a la revolución bolivariana.
2- Que en ese marco debe entenderse la aparición del peón Antonini, ya que quienes dirigen esa causa judicial están ligados personal, política e ideológicamente con algunos de los agentes encargados de detener el proceso de emancipación venezolano.
3- Que por ende, la proclamada independencia de los representantes de la justicia estadounidense por parte de los principales medios de comunicación del sistema, es falsa e insostenible desde todo punto de vista.
4- Que a partir de estos hechos, se reafirma la existencia de una estructura comunicacional global, que al ocultarnos estas pruebas de manera sistemática (por ignorancia, pereza intelectual o intereses concretos) impone una realidad ficticia que genera la manipulación de la opinión pública en pos de los intereses políticos de un país, en este caso, Estados Unidos.
En este grupo están incluidos la gran mayoría de los grandes medios de comunicación de nuestro continente.
Paso a paso.
1- La oficina de inteligencia contra Venezuela y Cuba
En septiembre de 2006, el bloque de diputados del partido demócrata pidió a George W. Bush, que cambie el eje bélico, retire las tropas de Iraq y apunte sobre Venezuela, país que lidera las reservas de petróleo mundiales.
Para la misma época hubo otro pedido especial dentro de los servicios secretos, la CIA solicitó al director nacional de los Servicios de Inteligencia, John Negroponte, la creación de una división especial para centralizar, unificar y coordinar desde una sola estructura las actividades contra Venezuela y Cuba.
La CIA solo tenía cinco divisiones de este carácter especificado, las oficinas contra Irán, Corea del Norte, Contraterrorismo, Contrainteligencia y Proliferación de armas.
A fines de 2006, semanas antes de la reelección del presidente Chávez en Venezuela, Bush designó como encargado de este departamento especial de la CIA a Norman Bailey. Según un comunicado público del propio organismo de inteligencia, Baily se ocuparía de centralizar las operaciones contra Cuba y Venezuela mediante la creación de un área “estratégica en la recolección de información y el análisis, identificando y llenando vacíos de información y planificando y asegurando la implementación de estrategias”.
Bailey tiene 75 años y una larga experiencia en el mundo de la inteligencia, desde la década del ’80 trabajó en inteligencia especializado en asuntos latinoamericanos, fue funcionario de Ronald Reagan, George H. Bush y George W. Bush.
En 1989, una de las importantes misiones de la CIA fue la organización de la invasión a Panamá, donde otro de los peones estadounidenses, Manuel Noriega, dejó de ser funcional a los intereses de la potencia usamericana y debió ser removido del tablero.
En la ejecución de esta operación, el agente Bailey jugó un papel destacado, su quirúrgica misión consistió en transformarse en asesor del entonces presidente panameño, hasta el mismo momento en el que comenzó la invasión.
(Atención en este nexo Norman Bailey-Panamá. Adquirirá relevancia más adelante cuando nos adentremos en el caso Antonini).
El actual responsable de las operaciones de inteligencia contra Venezuela y Cuba también es hombre de extrema confianza de John Negroponte, quien lideró operaciones de terrorismo en Vietnam, Honduras e Iraq, entre otros.
A Negroponte se lo responsabiliza por el asesinato de 40 mil vietnamitas. Desde Honduras, donde fungió como embajador en los ’80, organizó la base de entrenamiento de El Aguacate, centro de operaciones de la contra nicaragüense. Más cerca en el tiempo, se le encomendó la compleja tarea de dirigir la embajada estadounidense en Bagdad.
Durante su gestión en la capital iraquí, se lo acusó de financiar y coordinar a grupos paramilitares con el fin de alimentar un conflicto interreligioso funcional a los intereses de dominación de su país en la región.
El ex embajador de Washington en Bagdad sabe recompensar a sus amigos, las operaciones de Mobil Oil en el invadido territorio árabe cuentan con la asesoría de la empresa Norman A. Bailey Incorporated con sede en 8618 Westwood Center Dr Vienna en Washington.
Las asesorías de Bailey no se circunscriben al ámbito petrolero, el actual responsable de la inteligencia contra Venezuela también “colaboró” con el ex presidente argentino Eduardo Duhalde, a quien en plena crisis político, social y financiera en marzo de 2002, recomendó reprimir fuertemente la protesta social, llamar a elecciones anticipadas y entregar el territorio nacional para pagar la deuda externa.
Beily convenció a Duhalde de la necesidad de conseguir financiamiento internacional para superar la crisis. Para tal fin le recomendó al entonces presidente la contratación de tres empresas especialistas en lobby y comunicaciones.
Una de las empresas contratadas –anunciadas mediante Decreto N 533/2002- fue Zemi Communications, propiedad de Henry Kissinger, cuyos antecedentes en la historia reciente de América Latina no hacen falta destacar (aunque si lo creen necesario pueden repasarlo en (http://www.heterodoxos.org/
Casualmente entre los principios políticos que promueve Kissinger desde hace 30 años, figura el endeudamiento planificado de países con recursos estratégicos.
Los vínculos del jefe de inteligencia contra Venezuela con los halcones del pentágono no terminan allí. Esta es la definición que sobre Norman Bailey ofreció otro de los neoconservadores más destacados, Otto Reich, cubano de nacimiento y anticastrista por convicción: “Bailey es un hombre altamente capacitado, que comprende la acción política, la diplomacia y también comprende los aspectos psicológicos del mundo en el que estamos”.
Reich sabe de lo que habla en materia de acción política y psicológica (para analizar su prontuario en materia de desestabilización se recomienda la lectura de su hoja de vida en (http://www.nadir.org/nadir/
Reich y Bailey estrecharon lazos en la misma Honduras contrarrevolucionaria de los ’80.
Ya quedó establecido el marco de relaciones que nos muestra quién es políticamente Norman Bailey, además ha quedado claro que el responsable de la oficina de inteligencia contra Venezuela y Cuba, también es un conocedor de la realidad argentina y de sus protagonistas políticos. Ahora repasaremos algunas de sus declaraciones textuales para que no queden dudas acerca de sus concepciones ideológicas:
“Chávez es un dictador civil, un peligro dentro y fuera de Venezuela”.
“Chávez es culpable de ocho pecados capitales: Impulsa un eje populista-izquierdista junto a Fidel Castro y Evo Morales. Encabeza la prédica regional contra Estados Unidos. Es el principal opositor al ALCA. Apoya financieramente a movimientos indígenas de izquierda en países andinos. Brinda apoyo logístico a las FARC. Financia a Cuba con petróleo venezolano. Transformó a la Isla Margarita en un refugio para terroristas islámicos. Interfiere en conflictos bilaterales como en el caso Bolivia-Chile por la salida al mar”.
“Si Kirchner avanza en la consolidación de relaciones con Chávez y ese estúpido gasoducto, Argentina no recibirá más ayuda de Estados Unidos”.
2/3- Los fiscales del caso Antonini ¿Independientes?
Como se ha podido observar, la revolución bolivariana y sus relaciones con el resto de América Latina son una preocupación de primer orden para quienes desde Estados Unidos han impulsado una oficina especial para atacar este proceso. Ahora se demostrará que los representantes de la justicia estadounidense encargados del caso Antonini, están relacionados con quienes operan de manera directa contra la revolución bolivariana.
Estas relaciones sustentarán el punto 3, que evidencia la indivisible relación entre el poder político y la causa Antonini.
En Estados Unidos, los fiscales generales de los 50 estados que conforman la unión, son elegidos mediante el voto de los electores. Suele ocurrir en la mayoría de los casos, que los fiscales generales sean aliados políticos de los presidentes o de los gobernadores de turno.
Esto ocurre en la Florida, donde el Fiscal General es Bill Mccollum. Sobre sus preferencias políticas no hay lugar a dudas, antes de ser Fiscal General, Mccollum fue congresista republicano durante 20 años y luego se postuló como candidato a senador por el mismo partido. En marzo de 2004 en plena campaña, Mccollum habló de la necesidad de “introducir oficiales de inteligencia entre los turistas extranjeros que viajan a Cuba desde otros países”.
Las actividades del Fiscal General de La Florida junto a los sectores más conservadores de la derecha de su país son públicas. En 1987 durante su mandato como congresista en la Cámara de Representantes Mccollum participó en las audiencias por el escándalo Irán-Contra. En el momento de interrogar al contrarrevolucionario Félix Rodríguez (asesino del Che) sobre sus actividades y las de Luis Posada Carriles, lo felicitó por su papel destacado en la lucha contra el comunismo.
En los últimos años, la revolución bolivariana se ha transformado en un nuevo objetivo de Mccollum y sus aliados.
A lo largo de 2007, un grupo de ciudadanos nucleados en torno a la Fundación del Consejo de Seguridad Americano, presentó en distintos escenarios un audiovisual titulado “Crisis en las Américas, un documental sobre el dictador Hugo Chávez”.
Este material fue relanzado el pasado 7 de noviembre en el Club de Campo Doral Park de Miami. Faltaba poco menos de un mes para el referéndum en Venezuela y la campaña internacional en contra el presidente Chávez estaba en su punto más álgido.
Entre los patrocinantes del documental estuvieron dos congresistas republicanos de dilatada trayectoria anticastrista como Lincoln Díaz Balart y Connie Mack, para quien proyectos informativos como Al Jazeera o Telesur no son más que micrófonos al servicio de los terroristas. Entre los auspiciantes del material audiovisual que acompañaron a Díaz Balart y Mack, estuvo el Fiscal General de la Florida, Bill Mccollum.
Según los relatos de quienes tuvieron oportunidad de ver el material, “Crisis en las Américas, un documental sobre el dictador Hugo Chávez”, intenta relacionar al presidente venezolano con el terrorismo, el tráfico de drogas, la violencia, el despotismo, el comunismo cubano, el fraude electoral, el eje del mal y el Islam radical.
Casualmente, los mismos puntos que descubrimos dentro de los pecados capitales de Chávez enumerados por Bailey.
2 comentarios:
Excelente y completo el material. Saludos.
Voy al otro informe.
Publicar un comentario